Historia de una pirámide de dinero: así aprendí que “de esto tan bueno no dan tanto”

16-07-2020

¿Has escuchado sobre el mal momento por el que miles de personas han tenido que pasar por causa de un mal negocio o una inversión que terminó en fraude?

Pues bueno, han pasado más de 10 años de aquel episodio que vivió Colombia por cuenta de las pirámides, que dejó a su paso a más de 200.000 personas afectadas y se tomó los titulares en los noticieros nacionales e internacionales.

Aunque pareciera que esta modalidad fraudulenta ha desaparecido, la verdad es que lleva muchísimos años encontrando la manera de seguir atrayendo a nuevos inversionistas, socios o colaboradores, como son llamados quienes se atreven a poner su dinero en ellas.

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Desde que existe el esquema piramidal, quienes lo promueven se han valido de estrategias bastante creativas para persuadir y seducir a más personas, que inocentes terminan dejando el dinero en sus manos sin saber que su única finalidad es la estafa.

Así es la historia de Rocío Suárez, una ex empleada de la Policía Nacional, a quien un día en el 2008, cuando las pirámides estaban auge en cabeza de DMG, escuchó el rumor de pasillo sobre las increíbles ganancias que estaba dejando este negocio.

Doce años después Rocío recuerda esa época con sentimientos encontrados, ya que asegura que “aunque yo estaba en una institución en la que sabemos y entendemos muy bien que de eso tan bueno no dan tanto, me dejé deslumbrar”.

Aunque no le es fácil reconocerlo, se cuestiona de nuevo y dice: “es que quién no se deja deslumbrar cuando te dicen que si inviertes $1.000.000 vas a tener $3.600.000 de vuelta en tan solo 15 días”.

Antes de que ella lo hiciera, varios de sus conocidos se animaron a depositar el dinero en esta pirámide, que era manejada desde una oficina en el centro de Bogotá. Según Rocío, ellos se decidieron muy rápido y fue así como lograron tener la retribución de su millón de pesos.

A diferencia de ellos, Rocío se demoró más días tratando de reunir la plata y fue ahí cuando la frase“el que piensa pierde” tocó a su puerta. A tan solo unos días de haber consignado el dinero, la mayoría de las pirámides que estaban operando en Bogotá fueron intervenidas por las Superintendencia Financiera. Y aunque la pirámide en la que ella estaba participando no estuvo dentro de las intervenidas, quienes manejaban el negocio “cerraron la oficina y se perdieron con la plata”.

Un año después las pocas pirámides que quedaban funcionando en Bogotá estaban en el ojo del huracán, por lo que la modalidad tuvo que migrar para instalarse poco a poco en las pequeñas ciudades y municipios del país. Fue ahí cuando una nueva propuesta llegó a sus oídos.

Esta vez las ganancias no eran igual de fascinantes a las de la primera pirámide, pero igual eran bastantes atractivas. Rocío debía entregar $1.000.000 para recibir $2.000.000 en un mes. Con un poco de temor, Rocío aceptó y entregó el dinero a quien iba a llevarlo hasta Villavicencio.

Después de un mes largo cruzando los dedos, llegó el momento de recibir la plata. Afortunadamente esta vez Rocío no perdió. Recibió sus dos millones como le fue prometido. Y a modo de consuelo, Rocío asegura que ese dinero adicional le sirvió para recuperar el millón que había perdido en su anterior experiencia.

Motivada por el buen resultado, Rocío invirtió por tercera vez, esta vez un millón más en la pirámide. No contaba con que aunque esto podía salir bien una vez, no iba a salir bien dos. Las autoridades estaban tras la pista de todas estas modalidades fraudulentas y esto obligaba a que quienes promovían la actividad no pudieran operar de manera prolongada.

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Otra vez la suerte no estuvo de su lado y de nuevo le tocó perder. “Gracias a Dios no tenía comprometida esa plata, ni con la educación de mis hijas ni con el arriendo de mi casa. Menos mal no invertí todos mis ahorros, pero igual fue una completa desdicha perder ese dinero”, agrega.

“Aunque el dinero siempre se va a necesitar, uno lo hace por pura ambición, combinada con ingenuidad. Porque a cualquiera se le abren los ojos cuando le dicen que la inversión que uno va hacer se va a triplicar en menos de un año. Eso no ocurre en ninguna parte”, dice Rocío.

Pese a lo seductora que fue esta opción en su momento, hoy solo le quedó una lección después de la amarga experiencia: “entender que de eso tan bueno no dan tanto y que la plata fácil no existe. Si se quiere multiplicar el dinero hay que trabajarlo”.