CAPITULO 1. UNA CENA PARA NO OLVIDAR.
Eran las 3 de la mañana. Julia no paraba de temblar. Se retorcía. Vomitaba como si un ser extraño y demoníaco se hubiera apoderado de su cuerpo. La llevé al hospital y de inmediato la ingresaron a un cuarto. Trato de acompañarla, no quiero separarme ni un segundo de ella, pero de inmediato, una enfermera con mirada punzante me deja claro que no puedo.
Me siento en la sala de espera y ese escalofriante «tic-tac» «tic-tac» hizo de dos horas una eternidad. Al verla de nuevo mis ojos se van de inmediato a su rostro calavérico y palidecido. ¡El mundo se vino a mis pies! Me acerco a ella, la abrazo y le pregunto a al oído: -¿Qué está pasando? Con su voz débil y entrecortada me susurra: - Tengo algo… tengo algo que contarte.
Doy dos pasos atrás y veo cómo con sus manos acaricia su abdomen. Todo cobra sentido. El terror que se había apoderado de mí, se convierte en la mayor de mis alegrías. ¡Vamos a ser papás! Doy un grito fuerte que los paraliza a todos y rompe abruptamente con la fría atmósfera del hospital. Beso su frente y le digo: -¡Debemos contárselo a tus padres!
En cuestión de minutos organizo una cena en un restaurante y con todo fríamente calculado, bajo la mejor comida de todas les dijimos :-¡Van a ser abuelos! Abrazos y lágrimas no se hicieron esperar. Así transcurrió toda la noche, hasta que trajeron la cuenta y con una sonrisa y digo: -Yo invito. Llevo mi mano hacia mi billetera y me doy cuenta que no tengo efectivo así que decido entregar mi tarjeta débito. El mesero la pasa una, dos, tres veces y nada. Ante la mirada del mesero no tengo otra opción que pedir dinero a mis suegros: ¡mi cuenta estaba en ceros!
Han pasado años desde esa noche, pero esta historia aún me roba el sueño.
No esperes a tener pesadillas, por falta de dinero. Pide ya tu crédito en Lineru.
